Los druidas eran, básicamente, una suerte de clérigos o sacerdotes pertenecientes a la cultura céltica. Por tanto, su origen y su desarrollo son paralelos a los de los pueblos celtas, que fueron predominantes en el oeste de E...uropa desde la Edad del Hierro hasta la dominación romana. En ocasiones se ha defendido la existencia de una casta, orden o incluso nación druídica de carácter pancéltico, en la que se incluirían, por ejemplo, galos y bretones. Por lo que se refiere a su origen etimológico, la palabra druida procede del latín druidus que, a su vez, pudo tener su origen en la hipotética palabra protocéltica druwids, que significaría el que conoce el roble.
Los druidas han sido representados habitualmente con luengas barbas blancas, vistiendo túnicas del mismo color y portando una hoz dorada, que les servía para recoger el muérdago u otras plantas que utilizaban con finalidad ritual o para la preparación de ungüentos o pócimas. El caudillo romano, Julio César, en su crónica De Bello Gallico nos los describió como hombres sabios, jueces y reputados socialmente, estudiosos de la naturaleza y la astronomía y depositarios de las tradiciones celtas, que transmitían a sus discípulos. También aseguró que eran adivinos y astrólogos y que recurrían con frecuencia al sacrificio, no sólo de animales, sino también humano, tanto en sus ritos de adivinación como para honrar a sus dioses. El sacrificio humano más característico era el fuego, introduciendo previamente al sacrificado en el interior de un muñeco de madera o mimbre. También hay referencias medievales que apuntan a otros sacrificios en forma de ahogamiento o de ahorcamiento, dependiendo de la deidad a la que se dedicara el sacrificio.
Los celtas, al igual que los egipcios, creen en la inmortalidad del espíritu, pero en el caso de los celtas, éste no necesita un cuerpo que “ocupar” en el más allá, porque también son defensores de la reencarnación. Los druidas se encargaban de canalizar estas creencias, difundiendo una especie de filosofía metafísica que algunos han considerado pitagórica. Los druidas también han estado vinculados al panteísmo y al culto a las fuerzas de la naturaleza; es decir, al paganismo que se opuso con tenacidad a la nueva religión que al final de sus días se difundía por Europa, el Cristianismo.
Tras la invasión de la Galia en el siglo I a.C., se persiguió el druidismo prohibiéndose los sacrificios humanos. La influencia social y política de los druidas fue declinando, lo mismo que la propia cultura celta y se diluyó en las tierras británicas e irlansesas con el nuevo culto. En el siglo XIX, con ocasión del romanticismo, hubo un resurgimiento de la cultura druídica, coincidiendo también con las reivindicaciones nacionalistas de algunas regiones de Europa. La fascinación por los druidas continúa hasta nuestros días.