miércoles, 4 de julio de 2012

¿Falla lo más básico?

En momentos como el que vivimos, de gran incertidumbre en lo económico y en lo social, con una tasa de desempleo por las nubes, encontrar trabajo se ha convertido en la principal preocupación (y ocupación) de muchísimas personas. Por supuesto, carecer de trabajo, entendido como ocupación o actividad retribuida, supone un lastre evidente de índoles económica, social y psicológica. Sin embargo, el trabajo, una vez conseguido, debe conservarse. Así de sencillo. Y no siempre es tarea fácil. No basta con demostrar destreza, habilidad o aptitud profesional específicas para el desarrollo de un oficio. También hay que tener en cuenta aptitudes, y actitudes emocionales. ¿Cuántos problemas laborales no se hubieran evitado cultivando algo la inteligencia emocional? En Buen Trabajo tenemos noticia de algunos. ¿Por qué hay una clase empresarial, mayoritaria por desgracia, que no comprende que la productividad también se aumenta con adecuadas actuaciones de prevención de riesgos psicosociales en el trabajo? A lo mejor ahora, la famosa crisis sirve para cambiar algunas mentalidades.

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